Día 3: Corre por tu vida.

Así que si tu mano o tu pie te hace pecar, córtalo y tíralo. Es mejor entrar a la vida eterna con una sola mano o un solo pie que tener las dos manos y los dos pies pero ser echado al fuego eterno. Y si tu ojo te hace pecar, sácalo y tíralo. Es mejor entrar tuerto a la vida eterna que tener ambos ojos pero ser echado al fuego eterno. (‭Mateo‬ ‭18‬:‭8-9‬ PDT)

Muchas personas como en mi caso cuando no entendía claramente el contexto de este pasaje, piensan “pero que radical es Dios, como me voy a cortar una pierna o a sacarme un ojo”, suena muy trágico ¿no es así? Lo cierto es que Dios si es radical, por eso Jesús no titubeó al enseñar cada cosa que el Padre le demandaba. Lo que el Señor nos enseña aquí es lo siguiente, si tú sabes que existe algo que te hace caer o te puede hacer caer, quítalo de tu vida, Elimínalo de tu vida, no te quedes esperando el golpe que sabes que te va a derribar. Es como yo decir “me subiré al ring de boxeo sin saber pegar siquiera un Jab contra un profesional”, es lógico que inmediatamente quedaré tendido en la lona. 

Siempre me gusta resaltar a José, un hombre íntegro delante de Dios a tiempo y fuera de tiempo, en Génesis capítulo 39 vemos como fue asediado por la esposa de Potifar, la Biblia expresa que José era atractivo y no tan solo eso, todo lo que tocaba era prosperado, ¿Cómo no ser atractivo bajo esas condiciones? La tentación tocó su puerta y ¡Que tipo de tentación! La esposa de Potifar era tal vez una de las mujeres más hermosas en todo Egipto, José pudo haber cedido a su oferta y mantener las cosas en secreto pero no, Él tenía bien claro a quien le estaba sirviendo y quien era su Dios así que huyó de la tentación, salió Corriendo. En mi país decimos “Para que digan que aquí murió, que digan aquí corrió”. 

Tal vez tu no te has atrevido a huir para no quedar en vergüenza ante los ojos de los hombres, pero, ¿De que sirve si estás en vergüenza ante los ojos de Dios? Es mejor ser reprobado por el hombre pero aprobado por Dios porque más adelante aquellos que hoy se burlan de ti y de tu fe, van a caer de rodillas ante Dios y van a tener que decir que tú tenías razón al salir huyendo de esas prácticas pecaminosas que solo te llevan a la perdición eterna. 

Mantente íntegro delante de Dios, no solamente cuando la gente te ve, sino también cuando nadie te ve, en tu intimidad. Aleja todo aquello que te hace caer, vuélvete radical en Dios aunque te llamen loco, aunque te llamen religioso, vale la pena perder cosas, personas y costumbres por Jesús. ¡Serás recompensando! Si no es en esta vida, lo será en la eternidad.

Lectura Bíblica

Si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies. Y, si tu ojo te hace pecar, sácatelo y arrójalo. Más te vale entrar tuerto en la vida que con dos ojos ser arrojado al fuego del infierno. Mateo 18:8-9 NVI

Cuando José fue llevado a Egipto, los ismaelitas que lo habían trasladado allá lo vendieron a Potifar, un egipcio que era funcionario del faraón y capitán de su guardia. Ahora bien, el SEÑOR estaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la casa de su patrón egipcio, este se dio cuenta de que el SEÑOR estaba con José y lo hacía prosperar en todo. José se ganó la confianza de Potifar, y este lo nombró mayordomo de toda su casa y le confió la administración de todos sus bienes. Por causa de José, el SEÑOR bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del SEÑOR se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo. Por esto Potifar dejó todo a cargo de José, y tan solo se preocupaba por lo que tenía que comer. José tenía muy buen físico y era muy atractivo. Después de algún tiempo, la esposa de su patrón empezó a echarle el ojo y le propuso: —Acuéstate conmigo. Pero José no quiso saber nada, sino que le contestó: —Mire, señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo me lo ha confiado a mí. En esta casa no hay nadie más importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto meterme con usted, que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios? Y por más que ella lo acosaba día tras día para que se acostara con ella y le hiciera compañía, José se mantuvo firme en su rechazo. Un día, en un momento en que todo el personal de servicio se encontraba ausente, José entró en la casa para cumplir con sus responsabilidades. Entonces la mujer de Potifar lo agarró del manto y le rogó: «¡Acuéstate conmigo!» Pero José, dejando el manto en manos de ella, salió corriendo de la casa. Génesis 39:1-12 NVI