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Poco o nada, esa no es la cuestiĆ³n.

Hay dos hechos que siempre me han maravillado.

Uno es la multiplicaciĆ³n de los panes y los pescaditos, seguramente ya conoces la historia que estĆ” en Mateo 14, la Biblia nos dice que habĆ­a una gran multitud y JesĆŗs les dice a sus discĆ­pulos que les den de comer, el Ćŗnico alimento que encuentran es la merienda de un niƱo, cinco panes y dos pescados, los discĆ­pulos lo presentan a JesĆŗs, JesĆŗs bendice los alimentos y ocurre el milagro,  la palabra de Dios dice que los que comieron fueron como cinco mil hombres, ademĆ”s de las mujeres y los niƱos.

En ese contexto habĆ­a gran necesidad y pocos recursos (Āæte suena?), pero JesĆŗs estaba presente y eso, eso mi querido hermano, lo cambiĆ³ todo, aquello que parecĆ­a escaso, en las manos de Cristo se convirtiĆ³ en abundancia que alcanzĆ³ incluso a personas que tal vez el dueƱo de los panes y los pescados ni conocĆ­aā€¦ imagĆ­nate, una multitud de mĆ”s de cinco mil hombres, fĆ”cilmente hablamos de diez mil personas.

Pero no sĆ³lo su necesidad puntual fue satisfecha, lo cual ya es en sĆ­ mismo un milagro tremendo, sobrĆ³ alimento, sobraron doce cestas de comida, una para cada discĆ­pulo, incluso Judas tendrĆ­a su porciĆ³n.

El otro hecho que me maravilla es la ocasiĆ³n cuando unos cobradores de impuestos vinieron a Pedro y le preguntaron si JesĆŗs no iba a pagar el impuesto del templo.

Imagino que, de tener el dinero, Pedro les hubiera dado el dinero exigido, recordemos que Pedro, aunque impetuoso, era temeroso, pero acude a JesĆŗs y es evidente que ni JesĆŗs, ni Pedro traĆ­an una moneda encimaā€¦. Aunque si lo pienso, puede ser que JesĆŗs, no traĆ­a dinero a propĆ³sito, tal vez se despertĆ³ esa maƱana y pensĆ³: ā€œHoy le enseƱarĆ© una lecciĆ³n a Pedro que nunca podrĆ” olvidarā€.

El caso es que JesĆŗs le dice a Pedro: ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tĆ³malo, y al abrirle la boca, encontrarĆ”s el dinero que necesitas, tĆ³malo, y dĆ”selo por mĆ­ y por ti.

He aquĆ­ dos milagros de provisiĆ³n, innegables y sorprendentes, en el primer caso, podemos concluir que la diferencia no reside en cuĆ”nto tengas, sino en quiĆ©n lo bendice.

No es el tamaƱo de tu capital o tus activos, es quien lo bendice, en las manos de JesĆŗs y con su bendiciĆ³n, tu pequeƱa suma puede alcanzar a tantas personas que ni te imaginas.

En el segundo caso, es aĆŗn mĆ”s sorprendente y es, si me permites decirlo, tĆ­picamente divino, hacer algo de la nada, la especialidad de nuestro Dios, con este segundo hecho Āæa quĆ© conclusiĆ³n llegamos?

Llegamos a la conclusiĆ³n de que no es el medio lo que importa, es la fuente.

Asƭ que, si estƔs en necesidad, y tu medio habitual de sustento que puede ser tu trabajo, ha sido quitado, pon tu confianza en la fuente, nuestro SeƱor es una fuente inagotable de recursos, ideas y riqueza.

Con poco o con nada, Dios sigue estando a cargo y nunca va a soltarte.

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