“Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” Marcos 2:8-11.
Este maravilloso testimonio del poder de Jesús, no fue solo para mostrar el milagro, la sanidad en el cuerpo del paralítico. La intención de Jesús también era dejar asentado que lo más importante para una persona no es la sanidad del cuerpo, sino el perdón de los pecados. Jesús buscaba también activar la fe de aquellas personas; una fe permanente que les cambiara la vida, y no que solo fuese una adoración temporal o momentánea. Aquel hombre se fue feliz, porque su corazón estaba limpio, y sus piernas firmes.
Hoy en día, Jesucristo sigue operando los mismos milagros, sigue salvando vidas. ¡Saber que Jesús perdonó nuestros pecados nos trae paz, y afirma cada uno de nuestros pasos! Dios está buscándonos para ser canales de bendición en Sus manos.
Desafío de la semana: Anímate a orar por toda persona que esté en necesidad, ya sea física, espiritual o de cualquier índole. ¡Abre tus ojos y mira a tu alrededor! A diario nos encontramos con gente a la que le urge experimentar un milagro. No pases de largo, ora por ella, el milagro depende de Dios.
- Éxodo 9:1-35 | (Leer)
- Éxodo 10:1-29 | (Leer)
- Marcos 2:1-28 | (Leer)
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