RESUMEN
Saber pedir perdón es un ejercicio que trae sanidad a la relación de pareja. Conocernos demasiado nos hace vulnerables, y cada vez se torna más difícil pedir perdón.
A veces, pensamos que el mayor distanciamiento en nuestro matrimonio puede venir por la aparición de un tercero, pero las peleas y los puntos de vista encontrados serán siempre los enemigos más letales.
La clave de nuestras relaciones interpersonales está en concentrarnos en el otro, aprender a escucharlo para entender qué le sucede. Amar es conocerse, y en el amor está la capacidad de comprenderse.
Para remediar las ofensas diarias, tenemos dos opciones: o insistimos en nuestra postura, o usamos la palabra sanadora perdóname . La paz siempre tiene un precio: morir a nuestro orgullo. Jesús nos marcó el camino de morir, el de crucificarnos a nosotros mismos para que algo nuevo pueda nacer.
La Biblia dice: «Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo» (Efesios 4.26). Si nos ponemos de acuerdo y logramos el perdón, la relación seguirá afianzándose y no acumularemos mayor tensión para el día siguiente.
Recordemos que el perdón es una decisión, como también el amar lo es. Hagamos del perdón una disciplina y una práctica. Entonces, construiremos
PREGUNTAS PARA LA DISCUSION GRUPAL
- ¿Cuántas veces al día tu propio orgullo no te permite pedir perdón?
- ¿Cuántas veces al día hacemos de cuenta que el otro no existe, o permitimos que pensamientos pecaminosos carcoman nuestra mente? ¿Por qué es tan difícil pedir perdón?
- ¿Qué cosas nuevas te gustaría construir en tu relación de pareja? ¿Qué palabras, actitudes o gestos de tu persona deben morir para que pueda nacer algo nuevo en tu matrimonio?
- ¿Por qué cree que el consejo bíblico de Efesios 4.26 debería ser la norma para todo matrimonio? ¿Qué añade Jesús en Mateo 6.34?
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