Leccion 3, Tema 1

3.1 Lección Grupos de Vida

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Idea principal: 

El secreto de los cristianos de cerca no es que no se equivocan, sino que ellos saben cómo lidiar sabiamente con sus equivocaciones. 

Objetivos

  • Admitir que todas las personas, incluso las cristianas, se equivocan. 
  • Mostrar disposición para aprender de los errores propios y ajenos. 
  • Practicar la compasión de Cristo, siendo tolerante con los demás. 

APERTURA 

Recuerda un momento en que fuiste sorprendido por una equivocación. ¿Qué sucedió? (Por ejemplo, abordar un medio de transporte público con un recorrido distinto al esperado; colocarle sal en lugar de azúcar a un pastel dulce; faltar a una cita por error de agenda; confundir a una persona con otra; etc.) . ¿Quién fue el causante de tal equivocación? ¿Cómo reaccionaste? 

Las personas no somos perfectas. Quien aparenta no equivocarse nunca, y trata con suma dureza y ridiculiza a los que se equivocan a su alrededor, genera un clima de miedo y de rechazo. Sebastián analiza la importancia de aceptar nuestras equivocaciones y cuál debe ser nuestra respuesta a ellas, según el modelo del Padre. 

REPASO Y ESTUDIO 

Sebastián introduce el tema comentando que «Dios se encargó de incluir en la Biblia los fracasos de personas comunes y corrientes para demostrarnos que nosotros no escaparemos de ellos». 

¿Qué personaje de la Biblia te sorprendió por su fracaso y a la vez te inspiró? ¿Qué aprendiste a través de su error? 

En este punto, es muy importante establecer la diferencia conceptual entre equivocación, error y pecado. La equivocación es ‘una cosa hecha con desacierto’, y en gran medida puede ser involuntaria. El error es ‘un concepto equivocado o juicio falso’, y puede tener intencionalidad. El pecado es ‘la infracción de la ley de Dios’, es decir, la violación de cualquiera de las normas de Dios

Jesús fue el único hombre que no pecó jamás (Heb 4.15). Ningún creyente, por más que lo intentare con todas sus fuerzas, llegará a la perfección en esta vida. Sin embargo, según 1 Juan 2.6, ¿cuál es el llamado a todo creyente? (Andar como Jesús anduvo). 

Lee los siguientes textos. ¿Qué características de Jesús te permiten ser como él en toda su completitud? 

Lucas 6.36 (La misericordia). 

Mateo 11.29 (La mansedumbre). 

Mateo 10.8 (La gracia). 

1 Pedro 3.4 (El espíritu afable y apacible). 

Romanos 15.14 (La bondad y todo conocimiento). 

Filipenses 4.5 (La gentileza). 

¿Cuál de ellas abunda en ti para tratar tanto con tus equivocaciones como con las ajenas? ¿Qué cualidad del Maestro todavía te falta? ¿Qué podrías hacer para desarrollarla? 

¿Cuánto estás alimentándote de la Palabra y respondiendo a ella para que la luz de Cristo crezca progresivamente en ti? ¿Dirías que estás en una experiencia ascendente hacia la madurez? 

Sebastián menciona que los cristianos solemos escuchar con gusto las historias bíblicas de personas que cometieron errores y cómo se sobrepusieron a ellos. Sin embargo, ¿qué tal cuando esas historias son cercanas a nosotros porque involucran a personas con quienes convivimos o trabajamos? ¿Cómo reaccionas ante tus propios fracasos o equivocaciones? ¿Eres duro y terminante con quienes se equivocan? ¿Hay alguna situación pasada que aún determina tus emociones o tus conductas? 

Sebastián dice que «el cristiano no es mejor cristiano por no equivocarse, sino por aceptar su responsabilidad sobre sus errores». 

Lee Marcos 10.13-14. ¿Qué equivocación cometieron los discípulos? (Reprender a quienes traían a los niños a Jesús). ¿Qué les enseñó el Señor? 

Lee Lucas 10.38-42. ¿Qué equivocación cometió Marta? (Se preocupó con muchos quehaceres). ¿Qué le enseñó el Señor? 

Lee Génesis 42.21. ¿Qué revela la confesión de los hermanos de José? (El pecado que habían cometido contra él). ¿Qué consecuencias había traído sobre ellos? (Angustia). 

Lee 1 Crónicas 21.8. ¿Qué reconoció David? (Su grave pecado contra Dios). ¿Qué dijo respecto de su proceder? (Que había actuado locamente). ¿Qué le pidió a Dios? (Perdón). 

¿En qué se diferencian los errores de los discípulos y los de Marta con los de los hermanos de José y los de David? (Los primeros fueron hechos desacertados; los segundos fueron pecados). ¿Debemos reconocer tanto nuestras equivocaciones como nuestros pecados? ¿Por qué? 

Sebastián explica que, a veces, ante el error de otro, es mejor disimular por amor; pero no por siempre, ni para alentar con dicho disimulo la persistencia en el mismo 

error. ¿En qué casos crees que deberíamos preguntarnos si una equivocación es realmente tan importante como para hacerla notar? ¿Alguna vez estuviste al lado de quien necesitaba ayuda para salir de su error? ¿Qué significó aquella experiencia para ti? 

Puedes compartir algún caso en que viste a una persona que reconoció su error o pecado, y salió adelante. O, contrariamente, a una persona que se abrazó al error o al pecado, y se hundió en su propio ego. Habla de la gracia de Dios hacia el creyente que es humilde y de las segundas oportunidades que hay en él

La manera correcta de hacerle frente a las equivocaciones y al pecado es reconociéndolos. Lee Lucas 15.17-18. ¿Ante quiénes reconoció el joven de la parábola sus graves faltas? (Ante sí mismo, «cuando entró en razón, se dijo a sí mismo: …»; ante Dios: «he pecado contra el cielo»; ante su padre: «y contra ti). ¿Por qué es necesario el reconocimiento de nuestros errores en los tres niveles? 

¿Qué nuevos errores podríamos estar cometiendo si omitimos alguno de los tres? (Por ejemplo, dilatar la solución, perseverar en el error, mostrar soberbia, acrecentar la vergüenza, etc.). 

¿Qué beneficios espirituales traerá a nuestra vida reconocer nuestras equivocaciones? (Crecer en santidad, parecernos más a Cristo, ser un fiel testimonio del Señor a otros, etc.). 

Lee Lucas 15.20. ¿Cómo recibió aquel padre al hijo que regresó a casa? (Lleno de amor y compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó). ¿Cómo nos recibe Dios cuando le contamos nuestras imperfecciones? (Nos recibe, no nos echa fuera, cp. Jn 6.37). ¿Cuál es tu actitud frente a quienes se han equivocado? 

Lee Lucas 15.25-29. ¿De qué maneras reaccionó el hermano mayor del joven? (Se enojó, no quiso entrar a la fiesta en honor de su hermano, le hizo reproches y reclamos a su padre). ¿Qué manifestó a través de sus actos? (Su total falta de reconocimiento de que alguna vez hubiera tenido errores; además, se victimizó). 

¿Qué reacciones ve la gente en ti: las del padre o las del hijo mayor? ¿Han resultado estas para la bendición y edificación de los demás? 

Lee Lucas 6.41-42. ¿Qué nos enseña Jesús sobre juzgar de manera presuntuosa a los demás? (Es necesario mirar primero nuestro gran error («viga») antes de observar el error pequeño («paja») que ha cometido nuestro prójimo). En relación con esta enseñanza, ¿qué ejercicio puede acrecentar tu amor y compasión por el prójimo? (No ocultar nuestras propias equivocaciones, ser abierto respecto de ellas, ser tolerante ante los errores ajenos). 

APLICACIÓN 

— Memoriza Salmos 145.8. Medita en este breve pero poderoso texto cada día de la semana. Bendice a Dios por su gran compasión y misericordia. 

Confróntate a ti mismo o a tu prójimo con este pasaje la próxima vez que tomen decisiones equivocadas. 

— Comparte el texto de Lamentaciones 3.22-26 con alguna persona de tu entorno que está lidiando con una equivocación, con un fracaso o con un pecado durante esta semana. Anímala a confiar en el carácter veraz y fiel de Dios. Ayúdala a ver que tras el arrepentimiento, siempre hay nuevas oportunidades de parte de Dios. Dile que tú también, como hermano en Cristo, estás dispuesto a dársela. 

— Decide responder correctamente ante tus equívocos. Inicia el proceso esta semana: reconoce tu error o equivocación; confiésalo a un compañero de fe; permite que él te acompañe, con su presencia y con su oración, todo el tiempo mientras estás batallando para apartarte del error. A medida que creces en santidad, por la obediencia a la Palabra y por sujetarte al señorío de Cristo, observa los beneficios espirituales que añades a tu vida. Aprende de tu propio error, ¡y enseña a otros a aprender de los suyos! 

UN PASO MÁS 

Reflexiona cuán tolerante eres ante tus equivocaciones y ante las de los demás. Pide al Señor que te dé un corazón más compasivo y misericordioso, conforme al de Cristo. Examina qué pensamientos o conductas deberías cambiar mediante el poder del Espíritu. Anota en tu diario personal lo que has aprendido mediante este capítulo. 

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