INTRODUCCIÓN
Sumergirse en la importancia de la oración en nuestras vidas no solo nos guía e instruye, sino que también nos renueva y enciende una llama viva que tiene el poder de transformar no solo nuestras vidas, sino también nuestras comunidades. Para encender nuestra sociedad, primero necesitamos estar encendidos nosotros mismos; ser esa chispa, y la oración es la chispa que enciende el fuego. Como creyentes, no podemos dejar que una vida rutinaria apague el fuego que hay dentro de nosotros. La clave está en volver a la oración, no como una obligación, sino como una necesidad vital, un anhelo profundo de estar en la presencia de nuestro Padre celestial. Jesús mismo nos dio el modelo en el Padre Nuestro y nos enseñó sobre los diferentes niveles de oración: pedir, buscar, y llamar. Reflexionar en estas tres claves importantes a través de la guía del Espíritu Santo, será la clave para encender el fuego que cambiará ¡nuestras vidas y el mundo a nuestro alrededor!
PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1. Rompehielos: Define en una palabra como te encuentras hoy (o como definirías esta semana) y comenta brevemente por qué.
2. ¿Qué aspectos de tu vida espiritual necesitan ser “encendidos” nuevamente?
3. Reflexiona en esta frase: “Deja que el Espíritu Santo te encienda, y la gente vendrá a verte arder.” (Juan Wesley). ¿Cómo se puede relacionar esto con tu vida? ¿la gente ve el Espíritu Santo en tu vida o ven una llama apagada?
4. Leer Lucas 11:9-10 ¿Cómo podemos mantenernos “encendidos en fuego” en nuestra fe al aplicar el principio de pedir, buscar y llamar?
5. Compartí tu testimonio: ¿Por qué crees que la falta de oración afecta la vida de un creyente y la salud de la iglesia? ¿Te ha afectado personalmente? ¿De qué manera?
6. Hablando de Jesús: ¿Qué podemos hacer como grupo para mantenernos responsables mutuamente en nuestra vida de oración? ¿De qué manera podemos encender el fuego como grupo?
AVANZANDO
La oración ha sido el catalizador de grandes movimientos de Dios, desde el Pentecostés hasta los avivamientos contemporáneos. Esta no solo prepara nuestros corazones para recibir a Dios, sino que también prepara el terreno para que Su poder se manifieste en maneras sorprendentes. El apóstol Pablo exhorta a los creyentes a “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17) para mantener viva la comunión con Dios. Esto significa que debemos cultivar una vida de oración continua, no solo en tiempos de necesidad, sino como un estilo de vida. Como hijos de Dios, estamos llamados a ser portadores del avivamiento. Pero este avivamiento no comenzará a menos que estemos dispuestos a arrodillarnos y buscar a Dios con todo nuestro corazón. Recordemos las palabras de 2 Crónicas 7:14: “Si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se vuelven de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.”
CAMBIANDO TU MENTE
“Así que pidan, y se les dará. Busquen, y encontrarán. Llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre”. (Lucas 11:9-10)
ORACIÓN
Señor, reconocemos nuestra necesidad de Tu presencia y poder en nuestras vidas. Te pedimos que enciendas un fuego nuevo en nosotros, un anhelo profundo por buscar Tu rostro en oración. Ayúdanos a no conformarnos con menos de lo que tienes para nosotros, sino a clamar con fe, creyendo que puedes traer avivamiento en nuestras vidas, iglesias y comunidades. Llénanos con Tu Espíritu Santo, capacítanos para orar con fervor, perseverancia y unidad, esperando grandes cosas de Ti. Que nuestra vida de oración sea el catalizador para ver Tu reino venir y Tu voluntad hacerse aquí en la tierra como en el cielo. En el nombre de Jesús. ¡Amén!
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