Progreso de Leccion
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Si hay algo que diferencia la tarea de ser mamás con respecto al resto de las demás cosas que hacemos, es que implica todo nuestro ser.

Desde el día uno de embarazo, nuestra vida cambia por completo. Nauseas, dolor de espalda, insomnio o demasiadas ganas de dormir, temores, alegría inmensa, pero a la vez ansiedad. Es como que alguien tomo el control de nuestro cuerpo y ya no somos nosotras mismas. Y eso solo es el comienzo. Porque cuando tu bebe nace igual seguirá apegado a nosotras, nos necesita al 100%.  Y luego seguirá de alguna manera ligado a nosotros los padres por el resto de la vida.

Es imposible separar el cuerpo del corazón en esta tarea. Llevamos la maternidad a todos lados y nuestros niños están siempre en nuestros pensamientos.

Cómo te vistes, cómo tratas a las personas, cómo inviertes tu tiempo o tu dinero, cómo haces tu trabajo y tus decisiones revelan lo que hay en tu corazón. Y hacerlo todo y más esta gran tarea de ser madres como Dios quiere es “un asunto del corazón”.

 Nos ha sido encomendada una misión más grande que nosotras mismas.

Nuestra misión: “Ser madres conforme al corazón de Dios y criar hijos conforme al corazón de Dios. Hijos que busquen seguirle y experimenten la salvación por medio de Jesucristo.”

Perseverar en el plan de Dios para nosotras depende por completo de nuestro corazón.

¿Y cómo hacemos esto?

1. Entregándole nuestro corazón a Dios.

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” Proverbios 4:23 

La condición de nuestro corazón es fundamental porque no podemos dar de lo que no tenemos.

 Cuando la Biblia habla del corazón abarca tanto las emociones, como los pensamientos y la voluntad.

Si nuestro corazón está sano podremos darles buenas cosas a nuestros hijos. Si en cambio esta lleno de rencor o frustración, egoísmo, avaricia, ambición, celos, será difícil llevar adelante esta tarea con éxito. Rinde a diario tu vida al Señor.

2. Aceptando y abrazando esta hermosa tarea.

¡Ser mamá es un regalo y un privilegio!

“He aquí, herencia de Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre.
Como saetas en mano del valiente,
Así son los hijos habidos en la juventud” Salmos 127:3-4

 Mis hijos son mi posesión más valiosa. No tengo otra cosa de mayor valor. Y aun así he entendido que tampoco son míos. Dios nos dio esta responsabilidad y también nos pedirá cuenta de cómo lo hemos hecho.

No le regales a otros la alegría de poder criar a tus hijos. Si Dios te los dio es porque lo podés hacer. Luego ellos crecerán y tomarán su camino mientras tanto direcciónalos para que, como saetas, sean lanzados al mundo y cumplan su propósito.

La Biblia menciona algunos niños y jovencitos que amaron y sirvieron a Dios de muchas formas. Y sus historias encierran hermosas lecciones.

Samuel (consagrado al Señor incluso antes de su concepción).

David (quien ostentó el título de hombre conforme al corazón de Dios).

Daniel y sus amigos (estuvieron dispuestos a honrar a Dios con sus decisiones y permanecer firmes en su fe, aunque eso significara la muerte).

Timoteo (discípulo del Apóstol Pablo).

Todos, jóvenes dispuestos a seguir el llamado del Señor. Y detrás de todos ellos hubo una madre consagrada a Dios que los instruyo.

 ¿Eres una madre conforme al corazón de Dios presta y deseosa de ser usada por Dios en la vida de tus hijos? Entonces pídele que te ayude a transmitir con fidelidad tu fe a las siguientes generaciones. A fin de que tus hijos se conviertan en hombres y mujeres conforme al corazón de Dios.

3. Dedicando tiempo a alimentar nuestro corazón.

 En Deuteronomio 6:6-9 Dios le dijo a su pueblo:

“Y estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón; y se las repetirás a tus hijos y les hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes. Y las atarás como señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos, y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.”

Antes de instruir de los pequeños debemos ocuparnos de nuestra relación con Dios. “Y estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón.”

Sus palabras deben morar en nosotras siempre. Cuando leemos la Palabra, ella nos transforma el corazón. Nos acerca a Dios. Nos alienta y nos llena de fe. Nos da sabiduría para el día a día.

“Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra” Colosenses 3:1-2

¡Que fácil es olvidarnos de lo importante, enojarnos o perder la paz por poner nuestra atención en las cosas que el mundo nos ofrece!

Cuando estamos llenas de Dios, el fruto del Espíritu Santo se manifiesta en nosotras.

“En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio." Gálatas 5:22-23

¿Cómo logra una madre manejar un día agitado?

Respuesta: Busca la fortaleza divina y la paz que brinda la Palabra de Dios y la oración. ¡Y ese es el secreto, el gran secreto! Es un hábito muy poderoso que toda madre puede establecer en su vida.

Es imposible comunicarles a nuestros hijos con eficacia algo que nosotras misma no tenemos. Asegúrate de crecer espiritualmente para que puedas ser ejemplo para tus hijos.

4. Entregándole el corazón de tus hijos al Señor.

“Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que ha llenado su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hable con los enemigos en la puerta” Proverbios 127:4

Dios conoce el futuro de tus hijos y sabe que es lo mejor para ellos. Y nos pide a nosotros los padres que nos involucremos en la crianza.

Cuando sientas que la culpa te invade por lo que hiciste o por lo que no pudiste hacer. Cuando te aceche el temor por lo difícil de este mundo. Recuerda que la manera más efectiva de proteger a tus hijos del mal es entregándolos a Dios cada día en oración.

La palabra del Dios es la única que puede transformar tu corazón, tu día y tu maternidad. Ese corto plazo de tiempo que pasamos con Dios a veces parece una inversión mínima. Pero produce un resultado eterno.

La madre piadosa y virtuosa de Proverbios 31:10–31 se levantaba cada día para atender a su familia (v. 15) y su tiempo con Dios (v. 30).

¿Harás lo mismo? Recuerda: ¡Pequeñas decisiones traen grandes bendiciones!

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